La Fitoterapia

medicinales y fitoterapia

Conocida y aplicada mucho antes de haber sido estudiada, la terapéutica por medio de las plantas es, sin duda, tan antigua como es la misma enfermedad. Resulta pues indudable que su uso y estudio van unidos a la medicina y por consiguiente, tan primitiva como el Hombre mismo.

Los remedios terapéuticos a base de plantas tienen una gran ventaja con relación a los tratamientos por medio de substancias químicas.

En efecto, sus materias activas son siempre biológicamente equilibradas por la presencia de las substancias anexas y por sus uniones recíprocas, si bien que ellas no se acumulan generalmente en el organismo y sus efectos los no deseados, son limitados.

Una sola excepción a esta regla, las substancias tóxicas de algunas plantas, que no deben jamás ser empleadas sin el previo aviso y la prescripción exacta del médico especialista.

El éxito de la quimioterapia, sin duda alguna, perjudicó notablemente a la medicina puramente vegetal, pero, pasadas las primeras euforias, la medicina actual pone cada vez más en valía las simples plantas medicinales, después de haber establecido de forma científica las nociones de antaño, puramente empíricas y por consiguiente una observación más o menos rigurosa.

Definiciones

Consideramos como planta medicinal a todo producto de origen vegetal que recolectado o separado de la Naturaleza tiene una composición y unas propiedades tales, que pueden ser utilizadas con fines terapéuticos.

La definición de FITOTERAPIA es bien simple: “Tratamiento por medio de plantas” (del griego: Phyton, que significa planta, y therapeia tratamiento).

Es decir, el conjunto de cuidados terapéuticos con relación directa a las drogas de origen vegetal.

Una de sus ramas principales si no la más importante, que abre una cantidad de horizontes nuevos, es la AROMATERAPIA, forma de tratar por medio de las esencias de las plantas ( del griego: aroma, perfume o fragancia, y therapeia tratamiento).

El origen y la evolución

El origen se remonta a muchos siglos antes de nuestra era, y también tiene su historia, una historia que ha pasado por momentos de aceptación, de rechazo y de olvido.

Quienes utilizaban y conocían los principios activos de especies vegetales, recibieron infinidad de nombres: sacerdotes, curanderos, brujos yerbateros, etc…, hasta que a finales del siglo XIX se empleó el término científico por el que hoy se conoce, Fitoterapeuta.

En realidad, es una ciencia, y la base actual química farmacéutica. Es un acumulo de saber práctico recopilado durante siglos por diversos pueblos y culturas, hoy por hoy sigue teniendo estimable y reconocido valor.

El cultivo de las plantas medicinales se practica en China desde antiquísimos, son numerosos los tratados sobre las hierbas, ya se conocían las virtudes curativas de innumerables plantas (gingseng, aconito, ruibarbo, etc.). En la Antigua Grecia se estudiaban las plantas y el valor terapéutico o tóxico de algunas de ellas.

Cuando la medicina dejó de ser misteriosa y de carácter sacerdotal entró bajo las atribuciones de la filosofía.

Aristóteles estudió la botánica. Hipócrates, llamado el “Padre de la medicina”, reunió en su obra la suma de conocimientos médicos de su tiempo; para cada enfermedad describe el remedio vegetal y el tratamiento que corresponde.

Al comenzar la era cristiana, Dioscórides enumeró en sus tratados más de quinientas drogas de origen vegetal.

Plinio el Viejo y Galeno “Padre de la Farmacia”, se cuentan entre sus obras más de doscientas, la botánica y la preparación de medicamentos por medio de las plantas.

Citar también las culturas árabe, tibetana, india, en donde la Fitoterapia ocupó también (aún actualmente) un lugar primordial.

En la Edad Media cuando se reviste la leyenda, misterio, motivos más que suficientes para ser perseguida por el cristianismo.

Pero a pesar de esto, la Iglesia y sus monjes son quienes se encargarán de continuar la tradición y de estudiar en profundidad las plantas con propiedades curativas.

Nombrar por su importancia en este período a los monjes de la orden Benedictina, los principales textos de esta época son obra suya.

Se puede estar escribiendo de la historia de las plantas medicinales durante horas y horas, un arsenal de anécdotas y una bibliografía tan extensa lo rubrican, pero tal no es mi propósito.

Solamente he querido mostrarles la importancia que en todos los momentos y épocas de nuestra anciana historia ha tenido esta ciencia, significar con ello la garantía y validez al paso de los años.

Y llegamos a finales del siglo XVIII donde la medicina experimental hace su aparición y nace la quimioterapia.

Los medicamentos de síntesis aparecen y rápidamente se extenderán a todos los dominios de la terapéutica.

Se suceden y multiplican los descubrimientos científicos, la farmacopea se matiza, se precisa y se enriquece, de todo ello se beneficia la Fitoterapia, permitiendo así explicar innumerables poderes de las plantas, sale entonces de su “halo-empírico” en que estaba envuelta y por ello, que duda cabe, siempre criticada, para convertirse en una verdadera ciencia.

Quiero insistir sobre el hecho del uso empírico de las plantas medicinales que se ha practicado hasta épocas muy recientes, y que hoy ya no existe; en efecto, gracias a los progresos de la ciencia, las principales de ellas han podido ser analizadas y estudiadas con rigurosidad y detalle en el laboratorio a fin de comprender perfectamente sus principales acciones.

En los análisis químicos de los principales constituyentes activos muestran que los componentes de los vegetales susceptibles de tener una acción terapéutica son de una gran diversidad y de una complexidad capaz de abrir gran número de campos terapéuticos.

La edad moderna

Desde hace algunos años, la utilización de las plantas en terapéutica vuelve a tener un notable interés, tanto a nivel del público que a nivel médico.

Las “Medicinas Blandas”, “Medicinas Paralelas” como así se conocen y donde la Fitoterapia es un claro exponente, representa hoy un potencial terapéutico importante, consecuencia sin duda de ese mayor conocimiento de las riquezas del mundo vegetal en que estamos inmersos.

La Fitoterapia dispone desde ahora de todas las posibilidades que la permitirán acceder al rango de disciplinas terapéuticas mayores, sin duda que ella representará en un futuro no muy lejano uno de los medios más simples, menos peligrosos, los más eficaces y menos costosos para el tratamiento de numerosos síndromes y enfermedades.

No es necesario sin embargo perder de vista el hecho que los remedios naturales no convienen siempre y para los cuidados de no importa que enfermedad.

Es siempre el médico fitoterapeuta quien determinará la vía a seguir, el programa de tratamiento y su prescripción, todo debe desarrollarse bajo su control.

Por otra parte, la práctica de la fitoterapia ha sido facilitada por los grandes progresos de la ciencia efectuados en materia de presentación de las substancias primas.

Si primero era el farmacéutico el que hacía las preparaciones de forma casi artesanal, actualmente, grandes laboratorios nos proporcionan directamente las tinturas, los macerados y aceites de las plantas, conteniendo todos los principios activos de la substancia vegetal.

La prescripción magistral de las plantas medicinales en terapéutica humana puede revestir bajo dos formas principales: sea las plantas en estado natural, sea bajo forma de preparación, tendiente todas a la extracción y a la conservación de los principales principios activos de la planta.

Definimos “los principios activos” a los constituyentes que están dotados de una actividad farmacológica y por consecuencia, responsables de su empleo en terapéutica.

Conclusión

Cualquier definición de lo que en medicina comienza diciendo que es “el arte de curar”, emplear entonces sinónimos, diferenciar y por qué no separar, es un error.

Cuando el fin a conseguir es el mismo, considero que todas las técnicas empleadas para ello son válidas, en medida de aportar unos resultados terapéuticos.

La Fitoterapia, “tratar las enfermedades por medio de las platas” es otra rama de la Medicina Tradicional que merece hoy ser puesta en consideración.

A pesar de los progresos espectaculares de la quimioterapia, el empleo de las plantas continúa aumentando.

Las razones de este fenómeno son numerosas, resultado de una insatisfacción ante los modos en que tratamos las enfermedades, esta terapéutica presenta, sin duda, menos inconvenientes que las basadas substancias química de síntesis y sus posibilidades científicas hoy son plenamente válidas, experimentalmente demostrables y en determinados casos preferibles.

Con toda objetividad se puede decir hoy afirmar que la Fitoterapia contemporánea es una verdadera ciencia.

Texto: Alfredo G. Ansorena, Procan21 

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