La Ashwagandha el adaptógeno de la Ayurveda
La Ashwagandha (Withania somnifera) es un arbusto de la familia de las solanáceas que crece principalmente en la India, Pakistán y Sri Lanka. En España puede encontrarse en la zona mediterránea y en el sur.
Sus propiedades medicinales se conocen de antiguo pues se viene utilizando en la medicina Ayurvédica y en otras medicinas indígenas.
Los usos tradicionales de esta planta van desde las enfermedades inflamatorias, asma, bronquitis hasta problemas estomacales y úlceras.
¿Qué es la Ashwagandha?
La palabra Ashwagandha proviene del sánscrito y significa literalmente “aroma de caballo”, debido al olor característico de la planta, motivo por el cual se asociaron ya desde antiguo a esta planta propiedades estimulantes y vigorizantes.
Por estas mismas características y por su marcado efecto antiestrés hay quien se refiere a ella como el “Ginseng de la India”.
En España se la denomina “Beleño macho” o “Hierba del sueño”, entre otras denominaciones, que se refieren a sus efectos sobre el sistema nervioso, tal como refleja su nombre científico (“W. somnifera”).
Veremos que aunque estimulante y sedante son acciones contrapuestas, la investigación moderna está dando la razón a los usos tradicionales de esta interesante planta medicinal.
Utilidad terapéutica de la Ashwagandha
Los últimos estudios científicos indican que la Ashwagandha posee propiedades inmunomoduladoras, favorecedoras de la fabricación de glóbulos rojos, antiinflamatorias, antiulcerosas, hepatoprotectoras, antioxidantes, afrodisíacas, antidiabéticas, ansiolíticas, antiestrés, antiespasmódicas, depresoras del sistema nervioso central, analgésicas, diuréticas, antimicrobianas, anticancerígenas y rejuvenecedoras. Todo ello da soporte racional a los usos tradicionales de esta planta.
También se ha utilizado para el tratamiento de enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer y el Parkinson. Los mecanismos de estas acciones están todavía investigándose.
Estudios de extractos de diferentes partes de la planta -hojas, frutos, raíz- han revelado la presencia de fenoles, flavonoides, saponinas, esteroides, terpenoides, alcaloides, glicósidos y azúcares reductores que podrían ser los responsables de la amplísima variedad de acciones terapéuticas de la Ashwagandha.
Los compuestos más abundantes parecen ser las lactonas esteroidales, bautizadas como withanólidos, que podrían tener un interesante futuro como potenciales fármacos.
Podemos resumir aquí las once principales acciones terapéuticas probadas de la Ashwagandha y algunas patologías en las que puede ser de utilidad, según las investigaciones realizadas hasta la fecha:
Antiinflamatoria
Antioxidante
Cardioprotección
Antimicrobiana
Antiestrés
Hipotiroidismo
Afrodisíaca
Artritis
Relajante del sitema nervioso central (insomnio, espasmos)
Inmunomodulador, estimulante de las defensas
Anticancerígeno
La Ashwaganda como adaptógeno
Estrés
La situación fisiológica que hoy conocemos como estrés fue definida ya en 1936 por el médico húngaro Robert Selye en el año 1936, como Síndrome de Adaptación General (SAG).
Sabemos hoy que hay una serie de actividades, situaciones, sustancias, etc. que son nocivas o peligrosas para nuestro organismo, y pueden desencadenar señales de alarma, de defensa o de huída en nuestro cerebro. Los estímulos sensoriales (vista, oído, tacto) se reciben en una zona del cerebro denominada tálamo.
El tálamo está conectado con la amígdala, una especie de central de emergencias del cerebro, y juntos deciden si el estímulo recibido es peligroso.
En ese caso la estimulación nerviosa continúa a través del tronco cerebral y llega a otra zona del cerebro denominada hipotálamo.
El hipotálamo estimula entonces la glándula hipófisis que secretará la hormona adrenocorticoide o corticotropina (ACTH), la cual a su vez actuará sobre las glándulas suprarrenales o corteza suprarrenal que fabricará y secretará la adrenalina y los corticoides.
La adrenalina prepara de inmediato al cuerpo para la huída la defensa o la lucha, permitiendo un aporte extra de energía, concentración, atención y rapidez de pensamiento y de acción.
Una vez pasada esta fase de alarma, que no puede mantenerse mucho tiempo, el organismo decide si debe volver a la normalidad o seguir activado. En este segundo caso se secretan los corticoides.
Los corticoides son hormonas con una potente y variada capacidad de acción y actuarán en todos los niveles del organismo donde sea necesario combatir los efectos del agente estresante.
El cortisol mantendrá al cuerpo activado todo el tiempo que haga falta, en respuesta a la situación estresante. Se mantendrán los adecuados niveles de alerta, de aporte de energía extra, una mayor activación fisiológica y cognitiva.
Todo ello nos permite percibir mejor y con mayor rapidez la situación, seleccionar la conducta más adaptativa y llevarla a término de la forma más rápida, adecuada e intensa posible.
Ahora bien el inconveniente de este fabuloso mecanismo de adaptación es que genera un importante desgaste del organismo y un alto consumo de energía, por lo que es necesario desarrollar unos recursos y un periodo de recuperación del que no siempre somos conscientes ni lo llevamos a cabo.
Plantas adaptógenas y adaptación al estrés
Es aquí donde cobra interés la utilización de plantas medicinales con propiedades adaptógenas, es decir que permitan al organismo soportar o mantener un nivel de estrés muy alto o incluso excesivo durante más tiempo.
Tenemos aquí plantas como el Ginseng, el Eleuterococo, la Regaliz, la Brionia, la Equinácea, la Rodiola, el Astragalus, la Albahaca y por supuesto la Ashwagandha.
Entre 1947 y 1991 científicos rusos estudiaron en secreto miles de plantas buscando aquellas que tuvieran la propiedad de mejorar el rendimiento en circunstancias extremas (deporte, viajes espaciales…).
En el ámbito de los deportes y de las competiciones internacionales de atletismo los rusos y sus aliados se destacaban como atletas y deportistas.
En especial los deportistas de la URSS y los alemanes (DDR) demostraban tener una gran fuerza y una resistencia física sin igual.
En los eventos olímpicos los atletas soviéticos siempre terminaban entre las primeras posiciones. Parte de estos méritos atléticos de los rusos se debía al uso de los adaptógenos.
El término “adaptógeno” fue creado para describir un grupo de sustancias naturales que tienen unas propiedades muy especiales. Son sustancias que ayudan al cuerpo humano a adaptarse a condiciones de estrés interno o externo.
Son sustancias que logran que el cuerpo pueda resistir situaciones de estrés que normalmente afectarían su funcionamiento de forma negativa.
Fue el científico ruso Nicolai Lazarev quién inventó el término “adaptógeno” en el año 1947. Por definición un adaptógeno no debe causar efectos secundarios, debe tener un efecto modulador, no puede causar adicción y debe transferir sus propiedades o “información de supervivencia” a quien lo ingiere.
La cualidad de “adaptógeno” incluye diversas y variadas acciones sobre el organismo: inmunoestimulantes, anabolizantes, nootrópicas (mejora de la capacidad cognitiva cerebral), tónicas y estimulantes.
Es por ello que es un término muy discutido y polémico a nivel científico. No hay duda sin embargo de que hay una serie de plantas medicinales capaces de modular distintas fases del síndrome de adaptación general o estrés, tal y como lo definió Selye.
Estas plantas, como la Ashwagandha, pueden indistintamente reducir reacciones de estrés en la fase de alarma o prevenir o retardar la fase de agotamiento, ofreciéndonos así un cierto grado de protección frente al estrés a largo plazo.
Pocas plantas han demostrado hasta ahora tener esta capacidad y entre ellas están las citadas anteriormente.
Sus propiedades pueden deberse a los compuestos esteroidales y los lignanos. Además de su acción sobre el eje hipotálamo-hipofisario-corticosuprarrenal la mayoría de adaptógenos tienen también propiedades anabolizantes e inmunomoduladoras.
Efectos secundarios
Los estudios de toxicidad revelan que la Ashwagandha es una sustancia segura carente totalmente de efectos secundarios, cumpliendo así una condición básica que podría situarla como el adaptógeno ideal
FUENTE: hornatur